Y es que todos amamos, en algún momento de nuestras vidas; todos sentimos ese hálito vital que nos embriaga, que dota de nuevos sentidos la existencia, que pinta nuevos coleres en nuestro mundo; todos, el algún momento sentimos ese no se qué que viene acompañado de música e inunda los rincones silenciosos y profundos con sus notas dulces... o trágicas.
Por que el amor a veces duele. Y a veces, también enferma...
Pero, ¿qué es el amor? ¿un cóctail de sustancias químicas que inundan nuestro cerebro? ¿un estado anímico? ¿el más puro sentimiento? ¿una ponzoña vertida en nuestra sangre gracias al flechazo de los querubines? ¿el designio de los dioses?
Nadie lo sabe con certeza. El amor... el amor es indescifrable.
También es ubicuo, por que el amor... el amor está presente en todas partes, es el rayo de sol que ilumina nuestras mañanas, la velocidad del tren, el cambio de color en el semáforo. El amor, como la belleza, no se encuentra en la rosas, está en nuestro interior.
Es que el amor... el amor es intangible. Y nosotros, en un increible ejercicio de abstracción, lo atribuimos a quienes amamos y a todo aquello que nos rodea. Lo hacemos por que amamos, por que estamos enamorados.
El amor es algo tan subjetivo y personal...
Y si no lo fuera, si tuviera sus leyes escritas, sus fórmulas, ¿sería amor?